Mientras leo para armar el borrador del
proyecto de investigación hay cosas que me sorprenden. Repito el verbo aunque
no quede bien en la escritura porque realmente me toman por sorpresa, en sentido
literal.
A Paula la detecta su abuela, comienza a verla,
como al pasar, en la calle. Vigilan que su apropiador no se la lleve si
presiente que lo han ubicado. La abuela pasa todas las mañanas, con la bolsa de
la verdulería. Simula hacer las compras y vivir por allí cerca, aunque vive en el
otro extremo del conurbano.
“Un día
la vi descendiendo de un micro escolar con una muñequita en brazos y un
guardapolvos rosa. Tuve un ‘shock’. La nena es muy parecida a su mama y es como
ver de nuevo a Mónica chiquita, parada ahí en la vereda. Al mismo tiempo quedé
desorientada. Paula ya tenía siete años. ¿Qué hacía todavía en el jardín de
infantes?”.
Los apropiadores la habían anotado dos años
después del nacimiento, por eso vivía como si tuviera dos años menos, pero
también su cuerpo –si bien era más grande que el de las nenas de 5 años- se
había adaptado a la edad que decía que tenía su documento. No parecía una niña
de siete años. Cuando Paula fue restituida, su cuerpo volvió a crecer.
Investigadores médicos detectaron lo mismo
analizando las curvas de crecimiento de los nietos recuperados y comparándolas
con las del resto de los niños: la curva buscaba altura luego de que el nieto
había conocido su verdadera identidad.
Las anotaciones anteriores están también bajo la etiqueta Bisnietos hijos de nietos recuperados. Cuaderno de Investigacion
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