La derrocada presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dio un reportaje a Página 12, que se publica hoy (pueden leerlo completo acá), con la firma de los periodistas Martín Granovsky y Dario Pignotti.
Recomendamos su lectura completa, que muestra la claridad de un cuadro importante, que sufrió un derrocamiento a través de un juicio político cargado de irregularidades, donde se la destituyó sin comprobarle delito.
Reseñamos aquí, sintéticamente, algunas de las líneas centrales del reportaje, que muestran un paralelismo entre la situación de Brasil, Argentina y otros países de la región. Ese paralelismo se advierte en el poder de los medios hegemónicos de comunicación (O Globo en Brasil, Clarín en Argentina) y también en la utilización del Poder Judicial para lo que Dilma llama el "lawfare".
El "lawfare" es una palabra inglesa, que proviene de la contracción de dos palabras: ley (law) y guerra (warfare) y que puede traducirse como "guerra jurídica".
Rousseff detalla que en la región se agregó una nueva instancia de juzgamiento que no está prevista en el Estado Democrático: el juicio que realizan los grandes medios, sin tribunales ni posibilidad de defensa. "Los grandes medios -dice Dilma- producen un juzgamiento previo. No hay un juicio explícito, no hay derecho de defensa y no hay debate. Se produce una condena civil, un desmantelamiento de la moral de la persona".
Coordinado con el "juicio de los medios" aparece luego el Poder Judicial: "Te acusan de que sabías. ¿Y cómo hace uno para probar que no sabía? Sería la prueba por el absurdo. Es un costado terrible de la violencia institucional de los últimos tiempos. Incluso más allá del lawfare, el concepto es que la persona tiene que probar que no sabía nada de los hechos ilícitos por los que es acusada. Todo está alterado. Hoy, en Brasil, la Constitución no es la Constitución. La Constitución es aquello que los ministros del Supremo Tribunal de Justicia dicen que es".
La Constitución no es la Constitución. La Constitución es aquello que lo que los ministros del Supremo Tribunal de Justicia dicen que es, afirma Dilma, y es imposible no relacionar esa sentencia con la reciente autorización del 2x1 para genocidas aprobado por la Suprema Corte argentina. El Poder Judicial se implica directamente en la arena política, en forma coordinada con el Poder Mediático, suplantando lo que en las décadas anteriores fue el Partido Militar.
Los dichos de Dilma respecto de lo que ocurre hoy en Brasil describen con precisión lo que ocurre en distintos países de América Latina, incluido el nuestro:
"En el país hay un verdadero impasse. El gobierno actual quiere entregarles al mercado y a los grandes medios un proyecto completamente neoliberal de liquidación de derechos que comenzaron a construirse en la década del 40 del siglo pasado. Derechos de los trabajadores, sobre todo. La supresión de derechos cambia la concepción de la relación entre empresarios y trabajadores. La legislación laboral brasileña concibe al trabajador como el lado más frágil. Por lo tanto el Estado entraba en juego, hasta ahora, para regular esta relación. Impedía la barbarie en la relación de trabajo. Hoy estamos volviendo a la barbarie. Quieren prolongar la jornada de trabajo o dejarla a discreción del empresario. Buscan permitir que las mujeres embarazadas trabajen en condiciones insalubres. Pero no termina ahí. La barbarie quiere destruir los sindicatos y reducir el papel del Ministerio de Trabajo para amortiguar la relación asimétrica entre patrones y empleados. La situación es difícil. O el gobierno produce la reforma y entrega todas las conquistas históricas al mercado..."
Cualquier argentino podría repetir textualmente las palabras de éste párrafo para describir la situación nacional.
Las constantes en diferentes países latinoamericanos saltan a la luz: el enjuiciamiento mediático, la acción del Poder Judicial alejada de la Justicia, el intento de retroceder en conquistas de los trabajadores.
"Lo mismo en los Estados Unidos, en la Unión Europea o en la Argentina. Bien: el mercado se junta con los grandes medios oligopólicos. Entonces, como les decía, o el gobierno actual produce las reformas que pide el mercado y le entrega las conquistas sociales, y pierde el apoyo total de la población, o se aleja de ese acuerdo y entonces pierde la legitimidad ante el mercado. Es una encrucijada" dice Rousseff.
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