Lecturas.
Daniel Santoro, quizás uno de los artistas plásticos que mejor plasmó en la pintura al peronismo, es también un militante con un discurso muy claro. Su idea, tomada de Lacan, de que el problema de las clases altas con el peronismo pasa porque éste democratizó el goce, es tentadora. Aquí les dejo una nota que publicaron los compañeros de la Red Nac&Pop, y también la versión en video, siempre es interesante leer/escuchar a Daniel Santoro, en esta ocasión con un concepto tan provocador, que deberíamos seguir profundizando.
Yo empecé a militar en los mediados de la década del ’60. En realidad, era monaguillo en la iglesia de Constitución, esa gótica que se ve frente a la plaza. Ahí llego castigado un cura, llamado Daniel de la Sierra, su congregación, unos gallegos muy conservadores lo mandaban castigado, como a todo los que eran medio díscolos, de la teología de la liberación, los mandaban a lugares marginales para que no molestaran. Era muy parecido a Serrat, cantaba como Serrat, era marxista …bueno, provocó una revolución, todos empezamos a militar con él, de jugar a la pelota en el patio de la iglesia pasamos a la militancia social. Hacíamos fogones a la noche y cantábamos las canciones que él nos enseñaba de la Guerra Civil Española. Como esa que dice:
“…que culpa tiene el tomate de haber nacido en la mata si viene un hijo de puta y lo mete en una lata y lo lleva pa’ Caracas….”
Aprendíamos de la mercancía y todo eso… pero, a mí, me causaba dos problemas la canción… el final sobre todo…es que terminaba diciendo:
“… cuando querrá el Dios del cielo que la tortilla se vuelva. Que los pobres coman pan y los ricos mierda mierda…”
A mí esto me causaba dos quilombos. El primero, que soy hijo de italianos de calabreses, verduleros la mayoría, que plantaban tomates y los vendían en la feria de Florencio Varela. Así que pensaba que tenía una familia de hijos de puta, je(risas )
Y eso no era nada, lo más problemático en un barrio que era naturalmente peronista, sonaba “que los pobres coman pan”… Nos sonaba… seco… a poco. ¿Cómo que los pobres coman pan?… Es un problema con el peronismo y con el goce. Por lo menos pan dulce… o hablemos de buenas proteínas… Y es que estaba uniendo dos mundos… El mundo del sacrificio marxista, esa cosa española, grave…con la felicidad peronista…donde comer pan…es un horror…es un castigo, es una cosa espantosa, no es una solución. No se hace una revolución, no se sacrifican generaciones para comer pan… Y ese fue un tema que entendió rápidamente Daniel de la Sierra. Por eso se hizo furiosamente peronista.
Por ahí es donde ronda el problema del peronismo: que nunca está inscripto en la lucha de clases, ese es el otro gran quilombo, tantas discusiones con la izquierda. El problema del peronismo no es la lucha de clases: es la democratización del goce. Para el capitalismo es un problema mucho más grave éste que la dictadura del proletariado de cualquier partido trotskista. Es que el problema se le hace más grave porque es un uso contranatura porque el capitalismo no está pensado para el goce democrático. forzar el goce democrático es una de las afrentas más grandes que se le puede hacer al sistema capitalista en su conjunto. Es una bomba de profundidad en su núcleo, no renunciar al goce. Al deseo capitalista se lo lleva al paroxismo de esa manera.
Entonces ahí habría que pensar: ¿por qué lo revulsivo que provoca el peronismo? ¿Por qué una familia de clase alta tiene un hijo trotskista que se va a hacer esos campamentos ideológicos por ahí…y lo esperan… porque esas revoluciones de la dictadura del proletariado son muy aburridas. Lo esperan con tranquilidad, y el chico vuelve y se disciplina solo…
En cambio, si el pibe se hace peronista …¡Es una catástrofe total! (risas) El fantasma neurótico del goce del otro. Negro. Peronista… Lo que Lacan llamo en su etapa más peronista: el fantasma neurótico del goce del seguidor del tirano prófugo, del negro peronista, del Otro.
Pero Lacan va a desarrollar el tema del goce del Otro como fantasma neurótico. Es uno de los fantasmas neuróticos más lamentables, más graves para las sociedades: buena parte del racismo, de las guerras, de las luchas o encontronazos sociales tiene que ver con esa ilusión neurótica de que, mientras uno no goza, el otro sí goza.
La Argentina puede generar hechos estéticos que a su vez después son tomados por los poderes del mundo. El peronismo comenzó a construir una identidad, y en la construcción de una identidad se apropió de distintas fuentes, lo que hace que sea un movimiento estéticamente barroco.
En las casas individuales está el llamado estilo pintoresquista, encarna la casita ideal, el sueño del chalecito californiano. Cuenta José María Castiñeira de Dios que cuando se empezó a construir Ciudad Evita, él era asesor de Evita, y junto a otro compañero entraron en el en su despacho y vieron una maqueta de un chalecito californiano. Se preocuparon y con una visión muy nacionalista pidieron una reunión con Eva Perón, y cuando estuvieron con ella a través de una serie de disquisiciones estéticas, le plantearon el inconveniente de que, el emblema que iba a ser Ciudad Evita, una revolución en la arquitectura y demás, que la casa típìca fuera un chalecito californiano, casa que es el emblema del confort del imperio norteamericano… Entonces Eva los interrumpió y les dijo “la gente va al cine, ve esas casitas… y yo lo que quiero es cumplirle el sueño a la gente”.
Fue un gesto de una gran ingenuidad y al mismo tiempo de gran sensatez. Esta idea que surgió del deseo de Eva Perón después se constituyó en un objeto de identidad propia. Esos chalecitos californianos se convirtieron en el emblema de la casita justicialista. Fue un proceso simbólico, porque, de hecho, el objeto es casi el mismo. Esa traslación es en realidad una reafirmación de identidad.
Esos son los juegos de apropiaciones barrocos. Francisco Bullrich, representante de estas empresas de monoblock, de construcción premoldeada, era el ‘47, después de la guerra, encargado de la reconstrucción de los suburbios de muchas ciudades europeas. Era el representante de una gran empresa europea y pidió una reunión con Evita. A esta reunión concurrió Castiñeira, que contó que el planteo que le hizo fue una cuenta muy fácil de entender, absolutamente irrebatible: por la misma plata con que se hacía un chalecito californiano como los que estaban por hacerse en Ciudad Evita, él le podía construir casi 50 unidades premoldeadas de monoblocks.
Sin embargo y contra toda lógica Evita le preguntó primero como se iba a ver estéticamente eso, y Bullrich le contesto con un eufemismo: “como una vivienda obrera”.
“¿Qué quiere decir?”, le pregunto Evita. Y entonces él le dijo que se iban a ver como casas de pobres… Y ella le dijo que queria que “nuestros niños pobres no tengan nada que envidiarles a los hijos de la oligarquía”. Un lenguaje pesado ¿no? Ese era el pensamiento de Eva Perón. Ella no quería que los pobres parecieran pobres en ningún aspecto de su vida, ni por su vivienda, ni por su comida, ni por su alojamiento.
En los dormitorios de la ciudad estudiantil: el piso es de roble de Eslavonia, las cortinas son de vual suizo… Un gasto impresionante para el confort de los chicos más pobres, de la infancia abandonada. Lo que era antes un orfelinato. ahora tenía ese aspecto. Esto marca… es ahí donde está el núcleo duro del peronismo.
El problema es el fantasma del goce. Últimamente leo mucho a Lacan, que tiene muchos aciertos. Y uno de ellos es el fantasma neurótico del goce. Es un poco la idea de que el goce es siempre el goce del otro. Por ejemplo cuando uno ve a un negro gozando en un lugar espectacular…en un lugar que sería para ricos, queda afectado por el fantasma neurótico del goce.
Este negro está gozando de algo de lo que yo debería gozar. Yo no puedo ser feliz porque este negro es feliz. Este negro debería dejar de ser feliz para que yo pueda empezar a serlo, esto se ve ahora en los cacerolazos, aparece siempre. Es un fantasma que despierta el peronismo. Que es especialista en ubicar a un negro gozando al lado de un blanco que no lo quiere ver gozar.
Por eso Eva Perón pone los hoteles sindicales en el centro de Mar del Plata. Habrá preguntado a sus asesores ¿Dónde van a gozar los blancos? … A Mar del Plata señora, le habrán dicho. Bueno…ahí vamos a hacer los hoteles sindicales.
Entonces los blancos se corrieron y empezaron a gozar en otro lado, al norte de Mar del Plata, en Pinamar. Pensando en esa lógica, si viviera ahora Eva Perón le preguntaría a algún asesor: ¿Dónde van a gozar los blancos? Y… a Punta del Este, señora… Iría a hablar con Mujica para hacer los hoteles sindicales ahí. Por eso el peronismo despierta ese odio que no varía, no tiene una evolución en el tiempo porque es un odio muy primario: Lacan lo define como la imposibilidad de gozar si hay un otro al que yo pienso que no le corresponde, gozando.
Es lo que produjeron los chalecitos californianos con pisos de roble de Eslavonia… el fantasma neurótico del goce: una gran angustia. Y cuando uno está afectado por ese fantasma ¿Cómo se desangustia?: pensando que el otro va a terminar de gozar, por eso hablamos de goce, no de disfrute, ni de felicidad.
El goce es una cosa que llega a término. El goce…como el goce sexual ,se acaba…en un momento determinado… hay una promesa de que se va a acabar.
Por eso el peronismo habla de la felicidad del pueblo no del goce del pueblo. Y la felicidad del pueblo… te la regalo porque vas a tener al negro gozando al lado tuyo toda la vida.
La clase media ¿cómo se desangustia? Pensando que van a hacer asado con el parquet. Cuando era chico siempre, siempre, en cualquier asado,a había alguien que contaba que había visto a alguno en Los Perales, en Jujuy, en cualquier lugar, haciendo asado con el parquet. En la década del setenta nadie podía decir que eso no había pasado, porque se te reían en la cara. Era algo naturalizado.Ahora nadie se anima a decirlo porque, en realidad era una fantasía creada para desangustiar. Una fantasía necesaria: “Ese negro está en una casa que es para ricos, que es la casa que a mí me corresponde o sea, yo estoy bancando a este negro”.
Pero bueno, el negro va a gozar, pero se va a comer su propia casa y se le va a terminar el goce. Eso es lo único que puedo pensar para desangustiarme: que el tipo va a morfar su propia casa y todo va a volver a ser como era: él en un ranchito con el piso de tierra y yo en la casa que me corresponde, porque soy blanco.
Está atravesado por el racismo, por este tipo de fantasmas. A mi me parece que ahí está el sentido del peronismo. El sentido profundo. Por eso es que hay que tener mucho cuidado: El peronismo es un artefacto político que no puede pedir sacrificios. El peronismo está para la felicidad, para el goce.
La pareja de Perón y Eva fue muy funcional. Perón con la planificación, los planes quinquenales, el reemplazo de las importaciones, lo que está intentado ahora Cristina: que permanezca el reparto de la riqueza , que permanezcan estas formas de goce que ofrece el peronismo.
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