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"Olavarría, Argentina" - Capítulo 11


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Parte II: Oulu, Finlandia

Capítulo 11
Quince mil libras esterlinas, dos pasajes a Costa Rica y un par de semanas de estadía.
Ese sería el costo económico del trasplante que el nefrólogo ruso podría conseguir en la lejana Centroamérica.
Kozlov no anduvo con vueltas, preguntó sobre el diagnóstico de su amigo Ahde, definió el precio del riñón “puesto en Costa Rica” y esperó la respuesta de las mujeres.
Helenna y Krista se miraron: tan fácil como comprar zapatos.
            -Puesto en Costa Rica –insistió Kozlov-. El pago será en efectivo, aquí en Malmö. Aleksi tendrá que preparar al paciente para el viaje, él sabe cómo.
El pragmatismo del ruso tranquilizó a las finlandesas, todo parecía sencillo y controlado. A Helenna volvió a quedarle claro que Aleksi Ahde, el nefrólogo de Oulu, había participado del procedimiento en otras ocasiones, pero no lo comentó con su compañera de viaje.
Mientras esperaban, en el aeropuerto de Malmö, indiscretamente pintado de un amarillo demasiado chillón, aprovecharon el tiempo para instruirse sobre los vuelos a San José de Costa Rica. Las aerolíneas Finnair, British Airways y American vendían pasajes Oulu-San José. El viaje sería complejo para Jaakko. Los vuelos desde Oulu no eran directos, tenían al menos tres escalas, lo cual hacía que el viaje superara largamente las veinte horas. El ruso había asegurado que Ahde sabía cómo preparar a Jaakko para que pueda afrontar las horas de vuelo sin mayores complicaciones.
Krista simuló una leve descompostura para justificar ante Jaakko su ausencia de ese día. Consiguió una reemplazante que atendiera a su paciente durante la jornada que duró el viaje hacia Malmö. Jaakko desconocía las tratativas de las mujeres, pero había llegado el momento de plantearle la idea.
Al fin y al cabo era su vida la que estaba en juego.
A la mañana siguiente Krista llega a la casa azul de Jaakko como cualquier otro día, escucha resignada sus quejas sobre la incapacidad de la reemplazante y lo carga en la coupé Volvo para llevarlo al centro de diálisis. Al regreso del hospital universitario, Jaakko se ubica en su sillón favorito, frente a la ventana que mira a la calle Puutarhakatu.
Helenna Ilkka, su médica de cabecera, aparece por su casa.
Cincuentona, de cabellos rubios lacios y grandes ojos celestes, Helenna no destaca por su sutileza, ni por su simpatía. Tampoco hace demasiados esfuerzos en ese sentido, no forma parte de sus preocupaciones. Jaakko la ve llegar: presiente una mala noticia, lo que agrava su malhumor matutino. La enfermedad y la abstinencia del Konkekorva ya son suficientes pesares como para agregarle a la doctora Ilkka, piensa. La médica toma una silla y se sienta exactamente enfrente de su sillón, Jaakko se mal dispone a escucharla.
La enfermera, Katri, que usualmente desaparece de la habitación cuando llega una de las escasas visitas, se queda de pie detrás de la médica. Jaakko comprende que están coligadas, que es cosa de ambas. Helenna saluda y Jaakko responde, pero inmediatamente desvía su mirada hacia la ventana. Clava sus ojos en los cristales, como si estuviera presenciando un hecho inusual del que no puede perder detalle aunque sólo mira la calle desierta. Helenna no le da vueltas al asunto, dispara:
            -Tenemos una noticia, tal vez sea buena.
El uso del plural confirma a Jaakko que ambas mujeres están en esto, mueve sus ojos desde el cristal de la ventana hacia la cara de Katri, como diciendo “¿qué carajos hicieron?”, pero no deja oír su voz. Helenna prosigue:
            -Podemos conseguirte un riñón, pero el trasplante se haría en un país lejano.
Jaakko no necesita más. Es médico. Trasplante y país lejano se traducen en su mente instantáneamente como compra y delito. La médica explica con más detalle: el contacto generado por Ahde, la visita al ruso Kozlov en Malmö, el país centroamericano donde se haría la cirugía, el costo económico de todo ello…
Jaakko lo descarta de plano: “no tengo ese dinero”. Helenna sabe que miente, pero no lo presiona.
            -No tenés que decidirlo hoy, pensalo –se despide-. Mañana a ésta hora regresaré por la respuesta.
Jaakko Tarkka fija sus ojos nuevamente en la ventana, pero no mira los árboles que pronto estarán cubiertos de nieve. Pese a él, pese a sus deseos de abandonar toda esperanza, las palabras de Helenna Ilkka lograron conmoverlo. Ya está soñando con caminar nuevamente por esas calles sin la odiosa Katri como dama de compañía. Pero no dice nada.
Helenna abandona la habitación, la enfermera la acompaña hasta la puerta de calle. Jaakko piensa ahora en volver a sentir en su garganta el agradable calor del vodka.
Katri tampoco menciona el tema en toda la jornada. Durante el día estuvo menos molesto, la enfermera percibe que su paciente recibió favorablemente la oferta, pero no se lo preguntará, dejará que la médica regrese al día siguiente para escuchar el veredicto.
Así sucede. Jaakko no dice que sí, pero cuando al día siguiente la doctora Ilkka se ubica frente a su sillón, con su voz gastada, explica cuánto dinero posee ahorrado y dónde está depositado. Helenna lo tranquiliza.
            -Has amarrocado más que suficiente –se burla de su colega a quien, por primera vez en mucho tiempo, ve sonreír.
Luego pregunta sobre la vigencia de su pasaporte.
Jaakko indica el lugar dónde lo guarda, lo buscan y observan que no hay problemas en ese sentido, tiene validez hasta el verano de 1990, tiempo por demás para ir a Costa Rica, recibir su nuevo riñón y regresar. Krista tampoco tiene problemas de pasaporte. Ambos, paciente y enfermera, viajarán a Costa Rica cuando el nefrólogo Kozlov lo indique. Pero antes deben entregar las quince mil libras esterlinas, personalmente y en efectivo, en el consultorio del médico ruso en Malmö.
Krista decide marchar en ese mismo instante hacia el Danske Bank para retirar el monto que entregarán al ruso Kozlov más lo necesario para pasajes y gastos en Costa Rica. Son pocas cuadras, en la encantadora Oulu todo es cercano. La coupé Volvo transita lentamente por las calles que pronto volverán a ser blancas pero hoy todavía se ven coloreadas por el sol del verano que está a punto de finalizar. Jaakko observa el día claro, los transeúntes que caminan despreocupados, las bicicletas estacionadas frente a los comercios. Cuando Krista estaciona el Volvo frente a la sucursal del Danske Bank, en la calle Kirkkokatu, baja lentamente del vehículo, atraviesa las puertas vidriadas del edificio color crema y se dirige hacia la caja. Tres oulenses esperan ser atendidos, pero ni bien lo ven ingresar ceden su lugar en la fila para que no espere más que lo imprescindible. El cajero también lo reconoce:
            -Doctor Tarkka –saluda amablemente- ¿qué puedo hacer por Usted?
Katri explica los detalles de la extracción, el empleado completa un formulario sencillo que Jaakko firma con indisimulada dificultad e inmediatamente recibe cinco fajos de dinero por valor de doscientos treinta mil marcos finlandeses, unas treinta mil libras esterlinas. Katri no desea cambiar las divisas en el Danske, donde Jaakko es demasiado conocido, además esa tarea puede realizarla ella, sin necesidad de molestar a su paciente. Más tarde irá a una casa de cambio para transformar la mitad de lo retirado en libras esterlinas para el médico ruso y la parte restante en dólares estadounidenses, la moneda que utilizarán para los gastos en Costa Rica.
También será la enfermera la que viaje a Malmö para entregar las libras esterlinas al doctor Kozlov. Quedarán luego a la espera de las indicaciones respecto de fechas y lugar de la cirugía, para adquirir los pasajes de avión y reservar alojamiento en Costa Rica.
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El Capítulo 12 lo publicaremos el viernes 31 de mayo. Si querés recibirlo por correo electrónico, agregá tu mail en “SEGUIR”. Los anteriores capítulos los encontrás acá.

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