Luego de escribir este relato, supuse que era el posible primer capítulo de una novela negra, que podría transcurrir en 1989, en la ciudad de Olavarría, por eso el título. Veremos si avanza en ese sentido, quién dice que en algunos meses no tengamos una breve novelita, tipo folletín negro, que pueda publicarse aquí, de a un capítulo por semana...
“Ya no da más, lo tengo que cambiar, pero no tengo
un mango”, dice Sergio, mirando el Fiat 128, blanco, demasiado desgastado, que
usa como remís. El otro apenas lo mira en silencio: la obviedad de la
afirmación lo exime de comentarios. “¿Quién va a querer subir a esa batata?”
piensa, pero no dice nada. Sentados en un banco de madera, debajo de un
eucaliptus, aprovechan la sombra. Hace calor a las tres de la tarde. Un calor
tan pegajoso que no lo mitiga ni la sombra, ni el tereré helado. Sergio sigue
mirando el 128 blanco, pero no habla. El Gallego camina unos pasos hasta una
planta de cedrón, corta un ramito y lo introduce en la jarra de agua e…
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